Hollywood está lleno de sagas familiares con historias tan asombrosas que cuesta creer que sean verdaderas. Pero el culebrón familiar más sorprendente es, sin duda ninguna, el del protagonista de “Alguien voló sobre el nido del cuco”, “El resplandor”, “El honor de los Prizzi” o “Mejor….imposible”: Jack Nicholson.
Jack Nicholson nació en la pequeña localidad de Neptune (New Jersey) el
22 de abril de
1937 y durante los primeros 40 años de su vida estuvo convencido de
que su núcleo familiar estaba compuesto por sus padres -un tanto
mayores, la verdad pero amorosos, a fin de cuentas- y su
hermana mayor, muy mayor y que siempre fue para él como una madre…Y es que ¡realmente lo era!
1.- La gran impostura:
“Una mentira repetida muchas veces se
convierte en una gran verdad” (V.I Lenin)
Así es: la madre biológica de Jack Nicholson fue June Nicholson, una
show girl.
El hombre que fue al parecer su padre biológico era tarambana
aficionado a la bebida y por demás polígamo (bueno, dejémoslo en
bígamo): Cuando June, con 17 años, descubrió que estaba embarazada
(con el bebé que se convertiría en el actor), informó a su novio, un
compañero feligrés de su parroquia católica llamado Donald Furcillo,
que él era el padre. Aunque Furcillo ya estaba casado con
otra mujer….se casó con June también. No obstante, Donald Furcillo
abandonó a Jack y a su madre biológica quien estuvo a punto de abortar,
pero al final decidió tener al bebé.
El pequeño Jack
Nicholson
Así que Jack se crió con su madre June, su tía Lorraine y sus abuelos maternos Ethel May y John
Joseph. Pero lo curioso del asunto es que Jack creció creyendo (o más bien le hicieron creer) que…..¡ June, su madre, era su hermana mayor y que su abuela Ethel era su
madre!
June, la “hermana-madre” de Jack Nicholson
Hay
que tener en cuenta la
época y el contexto: En el período de entreguerras norteamericano,
una madre de 17 años con un hijo fruto de las relaciones con un hombre
bígamo y desaparecido, todo ello en un entorno de
profundas convicciones católicas… Y es que la América de los años 30
todas estas circunstancias solo podían constituir un estigma, una
inmoralidad para la familia y el nuevo reparto de roles
familiares parecían conjurar todos estos “peligros”: Los tiempos que corrían obligaban
a guardar las apariencias sin pensar en las consecuencias lo que dio lugar a este extraño acuerdo familiar.
2.- Sin reproches: “¿Hermana, madre?
Sencillamente, hay que añadir un guion”.
Jack no supo la verdad hasta 1974, con 37 años, cuando un periodista de la revista TIME -investigando su vida- se lo dijo cuatro años después que June
falleciera. Reaccionó con una de esas frases geniales que se acumulan en la excéntrica y privilegiada cabeza de Jack:”¿Hermana, madre? Sencillamente, hay que añadir un guion”.
El plan urdido por la familia
debió de ser perfecto porque si no, no se explica que Nicholson
llegara casi hasta la cuarentena sin darse cuenta o enterarse de la
charada montada en su familia:
“Crecí en una
ciudad pequeña, en la localidad costera de Neptune, en Nueva Jersey. No entiendo por qué nunca escuché ni un solo rumor…”. Lo realmente asombroso es la buena predisposición del actor cuando valora su desconcertante
peripecia vital, abordándola sin reproches: “Pero no importa. Tengo una familia
fantástica. Para mí todo terminó siendo muy positivo”. Mejor… Imposible.
Desde un punto de
vista jurídico, es muy posible que lo primero que nos venga a la
mente a muchos de nosotros es que estamos ante un notorio caso de
posibles daños morales, hipotéticamente reclamables por vía de
responsabilidad civil extracontractual. No obstante, es claro que en
este caso nos topamos con dos evidentes obstáculos: La falta de sujeto
pasivo contra el que dirigir la acción
(inimputabilidad
por
fallecimiento) y -quizás lo más importante- la
falta de percepción de la víctima de la existencia de conducta
lesiva. Y es que, por muy reprobable jurídica y éticamente que -visto
desde fuera- nos parezca a los demás, si la víctima no se
siente agraviada, perjudicada ni dañada ni cree que los hechos
supongan una conducta antijurídica reprochable sino todo lo contrario poco o nada pueden hacer el Derecho privado al respecto.
Probablemente tenga razón el
humorista norteamericano Will Sheffer cuando dice que: “Al final del día, una familia que ama debe encontrar que todo es
perdonable”.