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jueves, 4 de febrero de 2016

Jack Nicholson: Un extraño pacto de familia

  
Jack Nicholson ShurKonrad


Hollywood está lleno de sagas familiares con historias tan asombrosas que cuesta creer que sean verdaderas. Pero el culebrón familiar más sorprendente es, sin duda ninguna, el del protagonista de “Alguien voló sobre el nido del cuco”, “El resplandor”, “El honor de los Prizzi” o “Mejor….imposible”: Jack Nicholson.
 
     Jack Nicholson nació en la pequeña localidad de Neptune (New Jersey) el 22 de abril de 1937 y durante los primeros 40 años de su vida estuvo convencido de que su núcleo familiar estaba compuesto por sus padres -un tanto mayores, la verdad pero amorosos, a fin de cuentas- y su hermana mayor, muy mayor y que siempre fue para él como una madre…Y es que ¡realmente lo era!
 
    1.- La gran impostura: “Una mentira repetida muchas veces se convierte en una gran verdad” (V.I Lenin)
 
     Así es: la madre biológica de Jack Nicholson fue June Nicholson, una show girl. El hombre que fue al parecer su padre biológico era tarambana aficionado a la bebida y por demás polígamo (bueno, dejémoslo en bígamo): Cuando June, con 17 años, descubrió que estaba embarazada (con el bebé que se convertiría en el actor), informó a su novio, un compañero feligrés de su parroquia católica llamado Donald Furcillo, que él era el padre. Aunque Furcillo ya estaba casado con otra mujer….se casó con June también. No obstante, Donald Furcillo abandonó a Jack y a su madre biológica quien estuvo a punto de abortar, pero al final decidió tener al bebé.

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                  El pequeño Jack Nicholson
   Así que Jack se crió con su madre June, su tía Lorraine y sus abuelos maternos Ethel May y John Joseph. Pero lo curioso del asunto es que Jack creció creyendo (o más bien le hicieron creer) que…..¡ June, su madre, era su hermana mayor y que su abuela Ethel era su madre!

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   June, la “hermana-madre” de Jack Nicholson
    Hay que tener en cuenta la época y el contexto: En el período de entreguerras norteamericano, una madre de 17 años con un hijo fruto de las relaciones con un hombre bígamo y desaparecido, todo ello en un entorno de profundas convicciones católicas… Y es que la América de los años 30 todas estas circunstancias solo podían constituir un estigma, una inmoralidad para la familia y el nuevo reparto de roles familiares parecían conjurar todos estos “peligros”: Los tiempos que corrían obligaban a guardar las apariencias sin pensar en las consecuencias lo que dio lugar a este extraño acuerdo familiar.
 
     2.- Sin reproches: “¿Hermana, madre? Sencillamente, hay que añadir un guion”.
 
     Jack no supo la verdad hasta 1974, con 37 años, cuando un periodista de la revista TIME -investigando su vida- se lo dijo cuatro años después que June falleciera. Reaccionó con una de esas frases geniales que se acumulan en la excéntrica y privilegiada cabeza de Jack:”¿Hermana, madre? Sencillamente, hay que añadir un guion”.
 
    El plan urdido por la familia debió de ser perfecto porque si no, no se explica que Nicholson llegara casi hasta la cuarentena sin darse cuenta o enterarse de la charada montada en su familia: Crecí en una ciudad pequeña, en la localidad costera de Neptune, en Nueva Jersey. No entiendo por qué nunca escuché ni un solo rumor…”. Lo realmente asombroso es la buena predisposición del actor cuando valora su desconcertante peripecia vital, abordándola sin reproches: “Pero no importa. Tengo una familia fantástica. Para mí todo terminó siendo muy positivo”. Mejor… Imposible.
 
      Desde un punto de vista jurídico, es muy posible que lo primero que nos venga a la mente a muchos de nosotros es que estamos ante un notorio caso de posibles daños morales, hipotéticamente reclamables por vía de responsabilidad civil extracontractual. No obstante, es claro que en este caso nos topamos con dos evidentes obstáculos: La falta de sujeto pasivo contra el que dirigir la acción (inimputabilidad por fallecimiento) y -quizás lo más importante- la falta de percepción de la víctima de la existencia de conducta lesiva. Y es que, por muy reprobable jurídica y éticamente que -visto desde fuera- nos parezca a los demás, si la víctima no se siente agraviada, perjudicada ni dañada ni cree que los hechos supongan una conducta antijurídica reprochable sino todo lo contrario poco o nada pueden hacer el Derecho privado al respecto.
 
    Probablemente tenga razón el humorista norteamericano Will Sheffer cuando dice que: “Al final del día, una familia que ama debe encontrar que todo es perdonable”.